21/6/08

26 de Enero de 1935

Debo estar acostumbrada a los sentimientos dobles, a los amores dobles, a la vida doble, porque me encontré con Huck sin cambiar mis sentimientos, aunque sabía que mi amor por Huck era mucho menos fuerte; pero pude aceptar sus caricias, pude dormir en su cama, pude llorar un poco, compadecida por Henry, pude actuar como si no hubiera nada, salvo compasión, pude ser tierna sin que me temblara el pulso; pero estaba actuando, haciendo comedia, y ansiaba estar con Henry.
Al día siguiente encontré a Henry todavía roto, con la voz apagada, herido, feliz, agitado. Había tomado notas de su despertar, deseando desesperadamente cavar un surco en cualquier parte y hundirse en él conmigo. Dolido porque lo dejé sólo anoche.Dolido, aún sabiendo que se había salvado por su fortaleza la venir, salvándonos los dos. Echados en la cama, desvariamos hablando de mitos y leyendas, de Tristán e Isolda, de su lucha para alcanzarme, de su lucha a través de la niebla. En París había sufrido agonías.No había comido ni dormido bien desde la confusión de las cartas, se gastó todo el dinero que tenía para comer en telegramas, indiferente a todo, solitario, , desesperadamente celoso, advirtiendo de pronto todas las mentiras que yo le había dicho, mentiras gratuitas, mentiras innecesarias,como decirle que Hugh vendría en el barco conmigo aunque yo estuviera enferma, cuando yo supe siempre que viajaría sola. Pero por esto yo quería que Henry supiera lo difícil que me era dejarlo, cómo me resistía, poniéndome enferma y subiendo al barco.Analizó mi rostro, mis expresiones, mi apariencia de profunda sinceridad. Henry ha vuelto cambiado, resuelto a que yo no me sacrifiqué más por él, que deje de mendigar por él. Quiere luchar por mí. La habitación era tan pequeña y tan cálida, y se ha traído consigo el chal español y la colcha de terciopelo de color naranja, las tazas de café de color naranja, símbolos de Louveciennes y del estudio. Sus lágrimas, su sensibilidad, sus estremecimiento todavía por la violenta conmoción que le produje, su temblor todavía por el nuevo y violento nacimiento. ¿ Había dado yo por fin nacimiento a Henry Miller como hombre?.
Le había dicho que me alojaba con los Guiler para tranquilizarlo. A la mañana siguiente otra vez desesperado. Tenía en las manos cinco o seis mensajes telefónicos. El teléfono había estado sonando constantemente. Hombres. Voces de hombres. Llamando repetidamente. Henry haciendo preguntas, rebosante de odio por Rank. Su voz envolviéndome, fluyendo dentro de mí,sus ojos tan intensos, su piel tan tierna.
Sólo mi amor por él no dice mentiras, ninguna mentira, tan abierto, tan entregado, hasta el punto de perder la felicidad que Huck me dio, perder y renunciar a todo, a Huck también, a Henry, al amor ciego ....
Celos y caricias, caricias más profundas, un deseo mayor y más intenso. Oscuridad, dolor, perversidad, tragedia y más y más amor humano.
Pérdida de prudencia, de heroísmo, de sigilo. Amor humano. Soy más real a medida que soy menos y menos buena, más mujer,más anormal, más pecadora, más mujer y más amor, más deseo, más dolor y mayor gozo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es ese deseo de sentir cada vez mas intensa y profunda las cosas, porque sino la agonía toma un buen lugar en la vida. Es saber que esta mal pero sentirlo bien, porque para eso estamos hechos, para nada mas. Me sentí tan reflejada que seria capaz de seguir con mi doble vida, porque dentro de si lleva un fuego ardiente que pide a gritos ser saciado.